El pasado 10 de octubre se celebró el Día Mundial de la Salud Mental que este año 2019 ha estado dedicado a la Prevención del Suicidio y cuyo eslogan ha sido “Conecta con la vida”. Es probable que o bien a través de las redes sociales, en la televisión, a través de la radio, en las mesas informativas…. casi todos nos hayamos encontrado con alguna información al respecto. Se han difundido datos epidemiológicos sobre la prevalencia del suicidio, se han señalado algunos falsos mitos en relación a las personas que se suicidan o lo intentan, se han enumerado posibles factores de riesgo y señales que pueden alertar de que una persona está valorando la idea de suicidarse…
Sin embargo ha sido menos común que los medios se hayan centrado en el análisis de los efectos que puede tener la consumación de un suicidio. Más allá del fin de la vida de la persona, un suicidio tiene un efecto muy significativo en las personas que rodean a la víctima. Tanto familiares como amigos, compañeros de trabajo o estudios, conocidos… se pueden sentir interpelados por este tipo de muerte. Aunque la muerte toma múltiples formas y todas implican un coste emocional para quien está vinculado con la persona fallecida, en el caso del suicidio la voluntariedad de la misma genera efectos en forma de preguntas, sentimientos y reacciones en los “supervivientes” que son aún más complejos que en otro tipo de muertes.
Es por ello que nos parece importante dedicar un espacio a compartir algunas de las aportaciones que recoge la Red AIPIS-FAeDS (Asociación de Investigación, Prevención e Intervención del Suicido y Familiares y Allegados en Duelo por Suicidio) orientadas a las personas que sufren este tipo de pérdidas:
En general el suicidio es multicausal, es decir, no existe un solo factor o circunstancia que lleve a una persona a atentar contra su vida. Aunque puede existir un último desencadenante lo que suele llevar a muchos supervivientes a pensar que esa ha sido la única causa y que podrían haberla evitado, no es cierto que haya una sola cuestión en concreto que produzca el suicidio.
Es común cometer el error de analizar el pasado con los conocimientos que ahora tenemos pero que no son los mismos que teníamos en el momento pasado. No debemos olvidar que en muchos casos nuestro ser querido lo ocultó o no pudo aceptar nuestra ayuda.
Los supervivientes se preguntan muchas veces ¿por qué no se habla del suicidio?, ¿por qué no hablamos del suicidio? Durante siglos el suicida y su familia fueron duramente castigados por la sociedad. El suicidio se convirtió en un tabú y en un estigma social por lo que se evitaba hablar del tema. En la actualidad, aunque cada vez se habla más abiertamente sigue estando presente un cierto grado de vergüenza y ocultación.
Aunque cada persona puede reaccionar de manera diferente ante un mismo suceso, y por ello no hay una forma “adecuada” frente a otra “inadecuada” de actuar, es cierto que habitualmente se dan una serie de conductas, pensamientos y emociones comunes cuando se ha sufrido la pérdida de un ser querido por esta causa.
Algunas de las características que diferencian el duelo por suicidio de otros tipos de duelo es la culpa irracional, la estigmatización social, pensamientos reiterados buscando el por qué y, en algunos casos, la ocultación y la vergüenza.
El hecho de saber que el proceso de duelo por el que estamos atravesando es normal y que le sucede a la mayoría de las personas que sufren este tipo de pérdida, ya es en sí mismo terapéutico. Saber cómo iremos evolucionando, también tiene un efecto positivo
El duelo que viven las personas que han perdido a un ser querido por suicidio reúne una serie de circunstancias que no se dan en otros tipos de duelo. El hecho de ser una muerte autoinfligida y normalmente repentina e inesperada, puede hacerla inexplicable, generando una serie de alteraciones a nivel de pensamientos, emociones, de comportamientos y físicas.
Como seres humanos todos contamos con capacidades para hacer frente a las dificultades e imprevistos que nos vamos encontrando en la vida. Todas las personas que padecen la pérdida de un ser querido por suicidio van a poner en marcha recursos y soluciones para aliviar el dolor de la pérdida y el resto de sentimientos que aparecen. Aunque estas capacidades y las soluciones puestas en marcha son diferentes, únicas y particulares para cada persona, sería injusto despreciar la importancia de permitir y confiar en los propios recursos personales, en la propia autoayuda. Además el entorno familiar, amistoso, laboral y social también puede ser una fuente de ayuda que se sume a lo que la propia persona superviviente pone en marcha. En esta cuestión igualmente hay numerosas diferencias en lo que puede resultar de ayuda a cada persona y en lo que cada persona del entorno puede aportar. Encontrar el mejor engranaje entre lo que la persona necesita, el tiempo en que lo necesita y de quién lo necesita es un proceso que puede llevar su tiempo y puede implicar desencuentros, pero sin duda el apoyo social y familiar puede ser clave en la recuperación.
Si estos recursos personales y familiares-sociales no son suficientes para ir recorriendo el costoso camino del duelo es necesario pensar en otros tipos de ayuda. El más comúnmente conocido es la petición de acompañamiento psicológico profesional. En esos encuentros con una psicóloga pueden irse desplegando las dificultades que están frenando el proceso y pueden irse construyendo nuevas soluciones que previamente no habían sido valoradas.
Menos conocido pero igualmente efectivo según los últimas experiencias es la asistencia a grupos de apoyo mutuo en los que el encuentro con otras personas que habiendo sufrido el mismo desencadenante, es decir el suicidio de una personas querida, pueden ir compartiendo sus experiencias, sentimientos, vivencias, pensamientos, acciones y aportando luz a las de otros compañeros desde la suficiente distancia de ser otra persona pero la cercanía de estar viviendo o haber vivido un proceso similar. Aunque puede haber reticencias a participar en un grupo de estas características, lo que refieren las personas que han participado en experiencias de este tipo es que les han sido de gran ayuda y están altamente satisfechas.