Blog de Psicología y Neuropsicología

Desarrollo del lenguaje, inflexibilidad cognitiva y frustración

La flexibilidad y la tolerancia a la frustración son, entre otras, habilidades que de forma natural van desarrollándose en la primera infancia. Existen casos en los que niños y niñas a partir de 3 años aún no son capaces de utilizar estas habilidades adaptativas para enfrentarse a muchas de las circunstancias que los rodean, confluyendo en muchos casos en actitudes de tipo arrebatos, berrinches, agresividad física, … como respuesta a situaciones en las que, en principio, no tienen por qué sentirse agredidos por su entorno más cercano.

Teniendo en cuenta la importancia básica que el desarrollo del lenguaje tiene en la construcción de nuestro pensamiento y en aspectos fundamentales como la reflexión, la autorregulación, la resolución de conflictos, la gestión de emociones, … valoraremos la baja competencia lingüística como un factor determinante para ser efectivos al enfrentarnos a situaciones en las que juega un papel fundamental la frustración.

De este modo, niños y niñas con dificultades lingüísticas a nivel receptivo, de procesamiento o expresivo, no serán, en muchas ocasiones, capaces de gestionar sus emociones y su conducta, desembocando en actitudes como las anteriormente mencionadas.

La forma en que como adultos interpretemos estas conductas y el lenguaje que utilizamos para describirlas será determinante en las estrategias posteriores que podamos utilizar para ayudar al niño a gestionar la situación y a modificar su conducta. Que el niño perciba al adulto como ayuda en los momentos de frustración y no como elemento censurador de su conducta es fundamental para su respuesta ante estas situaciones, y para ello es primordial realizar un adecuado análisis y comprensión de la situación para favorecer un entorno en el que identifiquemos de forma previa situaciones que provoquen estas conductas para anticiparnos a las señales que el niño nos envíe.

Crear un entorno favorecedor en el que leamos señales, nos anticipemos y seamos capaces de verbalizar qué está pasando ayudará al niño a sentirse comprendido y a gestionar la situación de una manera más eficaz.

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