Muchas veces son los pequeños detalles los que hacen que descubramos el inicio de la Enfermedad de Alzheimer. Debemos tener cuidado: todo fallo de memoria no es Alzheimer, pero tampoco el Alzheimer es sólo fallos de memoria.
Cuando le explicamos a niños en qué consiste la Enfermedad de Alzheimer, buscamos ejemplos que ellos mismos también cumplirían como dejarse el bocadillo en el pupitre o en casa, no saber dónde he puesto el estuche o la libreta, no recordar un recado que nos habían dicho o no encontrar una palabra cuando queremos decir algo. Todos estos síntomas nos acompañan desde pequeños y, en la Enfermedad de Alzheimer se van multiplicando en frecuencia y en intensidad.
Pero la enfermedad de Alzheimer también presenta otros déficits “menos famosos” pero que pueden servirnos para detectar su inicio, como cambios en el comportamiento o en el ánimo. A veces podemos ver cómo el paciente tiene un estado de ánimo más cambiante, con una pérdida de interés e ilusión por las cosas. De hecho, puede ser que ya no se emocione con la visita de sus nietos, o que la muerte de un ser querido no le afecte como hubiéramos imaginado.
Tal vez lo veamos mucho menos sociable, con menos conversación que antes. También puede ser en el lado opuesto que lo esté en exceso, que veamos al paciente más “deshinibido”, poniendo a su acompañante en situaciones embarazosas en público (ser “excesivamente honesto”, gastar bromas pesadas o infantiles a desconocidos, etc…).
También podemos encontrarnos con el “disimulo” como forma de reacción ante cualquier fallo, poniendo excusas o cambiando de tema ante un olvido.
Puede ser que repita muchas veces lo mismo, lo notemos teniendo problemas a la hora de pagar o de recibir el cambio en el supermercado, perdiendo el hilo de la conversación con facilidad, no recordando hechos recientes o, por el contrario, hechos pasados que habían sido recordados normalmente. Dejarse el fuego o la plancha encendidos, esconder o acumular objetos sin mucho valor (en el caso de mujeres, al abrirle el bolso encontrar muchos pañuelos o servilletas usados)… Puede estar más irritable o malhumorado, quejándose más de los vecinos o familiares y acusándolos de que le están quitando cosas o moviéndoselas de sitio cuando no encuentra algo. Tener deslices del tipo “estamos en mil novecientos… digo, dos mil…”, hablar en pesetas como si fuesen euros, decir que el papa es Juan Pablo II o Juan XIII, el anterior presidente Felipe González u otros que lo encasillen en épocas pasadas, aunque puedan resultar jocosos e incluso el propio paciente se dé cuenta de ello, pueden ayudarnos a detectar posibles casos que aún no han sido descubiertos.
Todos estos son síntomas de las primeras fases que deben ser valorados o tenidos en cuenta, sobre todo si se dan varios de ellos a la vez y la persona no se encuentra sometida a estrés, si es así, es conveniente buscar ayuda para descartar o confirmar un diagnóstico.
Puede leer más en este artículo acerca de Diagnóstico precoz de la enfermedad de Alzheimer.